miércoles, 10 de marzo de 2010

Tarde de domingo: escena 1

Era un domingo soleado. Salieron los dos. Caminaban por una callesita llena de pequeños negocios, de vendedores de frutas, jugos, cachibaches y cosas varias en general.

Ella disimulaba sus nervios.

El lugar estaba lleno de gente.

Caminaban con una cierta tranquilidad, garantizada por el saber que es domingo y que cualquier cosa que pase el domingo es buena, dada a la precaria emoción de un día así.

Él intentaba tomarla de la mano, pero ella, como le habían enseñado en la escuela, esquivaba con sutileza sus avances.

Cuando él timidamente le pedía un beso, ella sonreía respondiendo "no, aquí no", se daba vuelta y buscaba una fruta para distraer la atención.

Caminaban sin cogerse de la mano, con tranquilidad y desapego. Desapego de un mundo que desconocía su existencia.

Y así siguieron viendo frutas, compraron el pan, los huevos y una que otra cosa más.

Se devolvieron con la única certeza de las pocas caricias cruzadas entre tienda y tienda.
Pequeña certeza, pequeña.

Entonces fueron a comerse su desayuno, mientras se olvidaban del sol que afuera los llamaba a gritos.

No hay comentarios: