sábado, 11 de octubre de 2008

La quebradura del ladrillo hueco sonríe a la cal viva de mi pecho
que arrancaste con una mirada indiferente
mientra yo rogaba por tus suaves telas
mientras yo, hacia arriba,
tendida en los platillos de mi espalda
contaba un minuto, y dos,
sin sentir ese ladrillo pelandose
con el rozar de mis tendones.
Soñando en el tercer minuto
con la yema de tus dedos caminando en zancos
por los cimientos de mi casa derrumbada,
y el tiempo llenó el ladrillo hueco
con ilusiones malfundadas,
y las paredes cedieron con el viento de la tarde