miércoles, 24 de marzo de 2010
miércoles, 10 de marzo de 2010
Tarde de domingo: escena 1
Era un domingo soleado. Salieron los dos. Caminaban por una callesita llena de pequeños negocios, de vendedores de frutas, jugos, cachibaches y cosas varias en general.
Ella disimulaba sus nervios.
El lugar estaba lleno de gente.
Caminaban con una cierta tranquilidad, garantizada por el saber que es domingo y que cualquier cosa que pase el domingo es buena, dada a la precaria emoción de un día así.
Él intentaba tomarla de la mano, pero ella, como le habían enseñado en la escuela, esquivaba con sutileza sus avances.
Cuando él timidamente le pedía un beso, ella sonreía respondiendo "no, aquí no", se daba vuelta y buscaba una fruta para distraer la atención.
Caminaban sin cogerse de la mano, con tranquilidad y desapego. Desapego de un mundo que desconocía su existencia.
Y así siguieron viendo frutas, compraron el pan, los huevos y una que otra cosa más.
Se devolvieron con la única certeza de las pocas caricias cruzadas entre tienda y tienda.
Pequeña certeza, pequeña.
Entonces fueron a comerse su desayuno, mientras se olvidaban del sol que afuera los llamaba a gritos.
Ella disimulaba sus nervios.
El lugar estaba lleno de gente.
Caminaban con una cierta tranquilidad, garantizada por el saber que es domingo y que cualquier cosa que pase el domingo es buena, dada a la precaria emoción de un día así.
Él intentaba tomarla de la mano, pero ella, como le habían enseñado en la escuela, esquivaba con sutileza sus avances.
Cuando él timidamente le pedía un beso, ella sonreía respondiendo "no, aquí no", se daba vuelta y buscaba una fruta para distraer la atención.
Caminaban sin cogerse de la mano, con tranquilidad y desapego. Desapego de un mundo que desconocía su existencia.
Y así siguieron viendo frutas, compraron el pan, los huevos y una que otra cosa más.
Se devolvieron con la única certeza de las pocas caricias cruzadas entre tienda y tienda.
Pequeña certeza, pequeña.
Entonces fueron a comerse su desayuno, mientras se olvidaban del sol que afuera los llamaba a gritos.
miércoles, 3 de marzo de 2010
martes, 2 de marzo de 2010
Apago las luces de mi cuarto para concentrarme más fácilmente. No quiero ruido en mi cuarto, no quiero música que me transporte. Solo quiero escribir, dejar fluir mi mente hasta el papel inexistente, hasta las teclas invisibles. Que bueno volver a escribir, volver. volver. volver y revolver. volver y devolver.
mi cuarto en oscuras y las persianas abajo. la luna entre las dos montañas se ve de un amarillo mostaza que me recuerda este mundo sin mostaza en el que vivo. la luna se ve bonita y yo quisiera poder sacarme alas y llegar hasta ella, como el muñequito de animación que se sienta en la luna con una caña de pescar.
yo pescaría sueños encima de la luna, sueños y pesadillas. Pescaría niños chiquitos y los llevaría a viajar por encima de sus propias cabezas solo para que conozcan algo diferente. Así me sueño en la luna mientras ella ni siquiera conoce de mi existencia.
mi cuarto en oscuras y yo derritiendo mi alma como vela para calmar la oscuridad de un apagón forzado. así la quiero derretir hasta el cansancio. hasta que no quede más que una pozeta de cera donde los niños miedosos se ahoguen en llantos y lagrimas de cocodrilos.
quiero ser vela quemada y derretida, quiero disolverme en partículas maleables y cantar a la luna desde el fuego extinto. seré eso y todo lo demás, como un pequeño lobo bueno que busca nuevos rebaños, que quiere ser bueno y malo pero no lo logra.
seré lobo bueno pues, y tan malo como quiera serlo o como lo necesite Seré la oscuridad de un cuarto tenebroso, repleta de monstruos que habitan los armarios, seré el fantasma de la carretera que sale a asustar a los borrachos. Seré la flor que se marchita y el amor que se acaba.
Seré la mariposa que nace y su capullo vacío y viejo.
mi cuarto en oscuras y las persianas abajo. la luna entre las dos montañas se ve de un amarillo mostaza que me recuerda este mundo sin mostaza en el que vivo. la luna se ve bonita y yo quisiera poder sacarme alas y llegar hasta ella, como el muñequito de animación que se sienta en la luna con una caña de pescar.
yo pescaría sueños encima de la luna, sueños y pesadillas. Pescaría niños chiquitos y los llevaría a viajar por encima de sus propias cabezas solo para que conozcan algo diferente. Así me sueño en la luna mientras ella ni siquiera conoce de mi existencia.
mi cuarto en oscuras y yo derritiendo mi alma como vela para calmar la oscuridad de un apagón forzado. así la quiero derretir hasta el cansancio. hasta que no quede más que una pozeta de cera donde los niños miedosos se ahoguen en llantos y lagrimas de cocodrilos.
quiero ser vela quemada y derretida, quiero disolverme en partículas maleables y cantar a la luna desde el fuego extinto. seré eso y todo lo demás, como un pequeño lobo bueno que busca nuevos rebaños, que quiere ser bueno y malo pero no lo logra.
seré lobo bueno pues, y tan malo como quiera serlo o como lo necesite Seré la oscuridad de un cuarto tenebroso, repleta de monstruos que habitan los armarios, seré el fantasma de la carretera que sale a asustar a los borrachos. Seré la flor que se marchita y el amor que se acaba.
Seré la mariposa que nace y su capullo vacío y viejo.
Vas por ahí
Pedaleas constante por el camino.
Por la autopista fría
que te lleva donde las sombras cantan.
Pedaleas constante y solitario
pensando en ellas.
Contando estrellas verdes
y fugaces.
Pedaleas y me recuerdas,
mi cara en círculos fija.
Vas por ahí,
por el camino ahumado
de fuego y muerte,
pedaleando como el olvido,
como el tiempo que ha pasado,
como yo te recuerdo.
Pedaleas constante por el camino.
Por la autopista fría
que te lleva donde las sombras cantan.
Pedaleas constante y solitario
pensando en ellas.
Contando estrellas verdes
y fugaces.
Pedaleas y me recuerdas,
mi cara en círculos fija.
Vas por ahí,
por el camino ahumado
de fuego y muerte,
pedaleando como el olvido,
como el tiempo que ha pasado,
como yo te recuerdo.
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