El hombre de las latas pasaba todos los días
Pasaba por el desierto concreto Preguntando por una lata vacía
Llenaba sus bolsas negras, asquerosas y vitales
Introducía las latas sobrantes en su chaqueta, Colador de la inmundicia
Refugio para sus hijas, esposas, comida, dinero, su vida
Otra lata… La aplastaba con la mano, otra lata, otra vez
Una percusión desesperada,
Las gotas que quedaban rezagadas
Caían en La copa, lata sagrada
Eso por lo que en verdad vivía el hombre
Bebía entonces su elixir Entre ritual y desayuno
Necesidad de algo superior o del olvido
Ritual acompañado del sonido metálico
De un acto reprimido
Cada frase diferente, sin sentido
Las palabras salían a golpes,
Pequeños esfuerzos
De una pila
Vieja botando
La poca
Energía
Que
Le
Queda
El hombre nos mira, depredador y presa
Senos, piernas y de pronto una sonrisa esquiva
Desea que estemos solas
Sonreímos con cautela,
El hombre de las latas se aleja en su chirriante y escuálida nave
Oímos una música de fondo,
Triste y frío…El sonido del metal rozando
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